Quedaban rosas junto a notas grises, eran la manera de romper aquello que aquejaba a mis pies para poder caminar otro día y si el destino conspira tal vez volveré a encontrar ese pequeño deseo colgado de melodías intensas.
Buscaba calor y encontré solamente la llama minúscula de un instante memorable… de un instante superfluo casi cubierto ya por el olvido… ese suspiro nocturno invadiendo las pacíficas tinieblas del inconsciente.
Voces en la obscuridad, caricias sin humanidad, latidos perdidos entre sólidas ondas que llenaban todo y a la vez que coloreaban las frágiles estelas de un despertar.
Llegaron tantas gotas que dibuje en cada una todo aquello que deseaba, todo aquello que ya por el tiempo olvidaba. Tejí para mi alma una delgada armadura con cristales de cielo para poder continuar mi extraño paso en este mundo, mi extraña vida en un desierto donde siempre me sentí cobijada por la mano invisible que vio nacer mi corazón.